Cuando ponemos a un lado los prejuicios contemporáneos y examinamos cuidadosamente estas dos grandes fuentes, creo que se hará muy claro que tanto «corazón», como «espíritu» y «voluntad» (o sus equivalentes) son palabras que se refieren a una misma cosa, al mismo componente fundamental de la persona. Sin embargo, cada uno de ellos subraya un aspecto distinto. «Voluntad» se refiere al poder de este componente para iniciar, para crear, para producir aquello que antes no existía. «Espíritu» se refiere
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